Antes que nada, aviso para navegantes. Al
tratarse de uno de esos títulos míticos del cine de terror italiano de
los años 60, me precipité sobre el BlueRay babeando, sin tomar la
precaución de mirar antes la contraportada del estuche. Craso error. A
ver, la copia es impoluta, mantiene ese diáfano B&N tan hermoso de
esas películas, el sonido es correcto, pero... ¡No hay subtítulos! ¡Y no
es la versión original italiana! O te atizas el doblaje inglés, o bien
puedes optar por el doblaje español... de Puerto Rico. No sabía dónde
meterme. Opté al fin por el doblaje sudamericano, encomendándome a los
lejanos días de mi adolescencia cuando veíamos todas las series de la
tele dobladas en Puerto Rico. En fin... Que cada uno opte por lo que le
dé la gana. Vamos a lo que importa. Como escribía hace poco de Los
largos cabellos de la muerte, hasta un inútil como Antonio Margheriti
consiguió hacer una buena película dentro de ese ciclo irrepetible de
películas góticas. En Amantes de ultratumba, el inútil de turno es Mario
Caiano, un tipo que le daba a todo con un desparpajo y una cara dura de
antología. Tocó todos los palos: western (Las pistolas no discuten),
péplum (Ulises contra Hércules), aventuras (El capitán intrépido),
espionaje jambesbondesco (Los espías matan en silencio), giallo (El ojo
del laberinto), poliziesco (Nápoles dispara)... No continuaré para no
agobiaros. Pese a su empecinada maldad, su única incursión en el terror
gótico se salda con un apreciable balance positivo. Dejando aparte la
endeblez del guión (principal defecto del ciclo ), Amantes de ultratumba
está rodada con suntuosos movimientos de cámara, una excelente
fotografía de Enzo Barboni (futuro E.B. Clucher, perpetrador de la saga
Trinidad), una dosificada gestión de la intriga y la tensión, una
hermosa banda sonora de, cómo no, Ennio Morricone, y la participación de
la turbadora Barbara Steele, con su cara de... vicio, por así decirlo,
auténtica musa del ciclo, reina del chillido y la perversión, capaz de
animar cualquier película por mediocre que sea. Anotemos, de propina, la
participación de la sin par Helga Liné, otro mito erótico del cine de
terror, si buen aquí, ay, no enseña nada. El resultado final, como ya he
dicho, es muy positivo y, pese al horroroso doblaje, te zambulles en la
narración a los pocos minutos de iniciada la reproducción. Queremos
más. Queremos recuperar más joyas. Necesitamos en vena El molino de las
mujeres de piedra, o bien La frusta e il corpo... Para ir abriendo
boca...
Eduardo
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