La muerte silba un blues by Jesús Franco (1962)

 
Título original
La muerte silba un blues
Año
Duración
85 min.
País
España España
Dirección
Guion
Jesús Franco, Luis de Diego
Música
Antón García Abril
Fotografía
Juan Mariné (B&W)
Reparto
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Productora
Rosa Films S.A
Género
Drama | Crimen
Sinopsis
Vogel, un importante traficante, delató a dos de sus cómplices, Castro y Smith. El primero fue abatido por la policía, mientras que el segundo fue encarcelado. Diez años más tarde, Vogel adoptó una nueva identidad y se marchó a Jamaica con su esposa, Linda. Smith, reaparece para vengarse pero Vogel manda a sus esbirros para que lo maten. (FILMAFFINITY)
Todos queremos a tío Jess, supongo. El caradura más simpático del cine español, el hombre de las 203 películas (según IMDB), pero que quizá sean algunas más, el erotómano empedernido, el descubridor de la Reina de la Mamada, la Emperatriz de la Felación, la insaciable y siempre ávida de esperma Lina Romay, el creador de la doble, triple y hasta cuádruple versión, el admirador de Orson Welles, el estajanovista por antonomasia, en fin, en una palabra, Jesús Franco. Hubo un tiempo en que hasta hizo películas interesantes, cuando la filmorragia aún no le había atenazado (érase una vez un hombre pegado a una cámara). La muerte silba un blues es una de ellas, una típica historia policiaca de delación y venganza, de guión endeble y paticojo (ésa será siempre su maldición, hasta el fin de sus días: los horripilantes guiones), pero rodada con brío y galanura, imitando el estilo de su amado Orson sin el menor rubor (atención a esa pelea nocturna tan bien iluminada por Juan Mariné), con una banda sonora jazzística obra del propio Jesús (Clifford Brown, cómo no) que no desmerecería en una cinta norteamericana, y unos intérpretes... ejem. Lo dejaremos así. Aparte de nuestros queridos Manuel Alexandre y Agustín González. Bueno, y Conrado le echa ganas al asunto y sale bien librado. La muerte silba un blues (bonito título, ¿verdad?) prometía un futuro brillante para Jesús Franco. Brillante no fue, pero prolífico nadie se lo puede discutir. Os animo a descubrir esta pequeña joya de esa época gloriosa de tío Jess, antes de chapotear en los lodos del porno y el gore. Te queremos, Jesús.
Eduardo  





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