1979: Oscar: Mejor actor secundario (Melvyn Douglas). 2 nominaciones
1979: 2 Globos de Oro: Actor (Sellers), actor sec. (Douglas). 6 nominaciones
1979: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor actor secundario (Douglas). 3 nominaciones
1979: Sindicato de Guionistas (WGA): Mejor guión adaptado comedia
1980: Premios BAFTA: Mejor guión. 4 nominaciones
1980: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
Sorprendente el director Ashby, sobre todo por el acabado, por el final,
que es siempre lo más difícil de hacer en un film y que cuando esto se
logra es la más clara señal de que un director es excelente y no uno más
del montón. También resulta brillante Peter Sellers, en uno de sus
papeles más maduros y tranquilos de su larga trayectoria
cinematográfica.
La película cuenta una historia de lo imposible, de lo absurdo, que a
veces transmigra extraña e incluso milagrosamente hasta considerarse lo
más real: un hombre niño, probablemente con cierto grado de
subnormalidad, que se ha pasado toda su vida protegido y tratado como lo
que da síntomas de ser, sin salir a penas de su casa, viendo muchísima
televisión y cuidando de su pequeño jardín, de repente se ve solo en la
vida, sin su protector y obligado a abandonar el hogar. Ahí nos
identificamos todos con el personaje, que representa al ser humano común
destechado de repente; pues de la noche a la mañana a cualquiera se le
desinflan las seguridades más sólidas que poseía y tiene que comenzar de
cero frente a la tremenda incertidumbre, y entonces el gran valedor
será lo que eres desde tu interior más auténtico y verdadero.
Ahí, con esa forma de ser, Mr. Chance será bienvenido en la cúpula de
artificialismo social, donde caerá como un rayo de luz, donde entrará
como una bocanada de aire fresco; porque representa al puro idiota o
filósofo inofensivo, a la necesidad vital de idiotez, al
subintelectualismo que escucha, no se impone y no es pretencioso.
Un film maravillosamente crítico, todo él es una denuncia irónica de lo
inauténtico generalizado sobre todo en las altas capas del poder; contra
ese modo endiosado de vivir competentemente, el cual nos arruina en
gran medida la felicidad; contra lo artificioso y sabio de este mundo
que suele ser confundido por la simpleza de lo inocente y supuestamente
no apto, imbécil o subnormal; contra lo correcto, triunfante,
cadavérico, que a la hora de la verdad sólo puede ser salvado por lo
simplemente natural, tontucio y sin doblez.
Mr. Chance es como la matita verde y pletórica de fuerza
trascendentemente débil, de esas que nunca son tenidas en cuenta, pero
que se abren paso a través de cualquier grieta del más brutal hormigón,
asfaltado o granito.
Quien no haya visto aún esta película de Hal Ashby que intente
visionarla, pues no se arrepentirá; por ser éste un film de positiva
simpatía, orientado a hacernos pensar lo poco extraordinarios que somos;
lo necesitados que estamos de una cierta idiotez, incluso de la que nos
meten por los ojos en las distintos canales de televisión, en las salas
de cine y otros medios. Recuerdo que cuando esta película fue estrenada
en España, asistí a verla y me encantó, tanto que decidí ir a verla de
nuevo a los cuatro días, pero ya la habían retirado, no duró ni media
semana su exhibición. Resultaba tan poco racionalista que había que
barrerla cuanto antes de las salas.
Fej Delvahe
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