Extravagante y divertida mixtura de fantasía
oriental, “espada y brujería” y filosofía marcial, con forma de aventura
itinerante a la búsqueda del conocimiento total (ahí es nada), para lo
cual, el héroe tendrá que superar diferentes pruebas a lo largo de un
camino simbólico y real a un tiempo, durante el que se encontrara una
galería de estrambóticos personajes de los que siempre aprenderá una
lección. Nacida del empeño personal de James Coburn y Bruce Lee, que la
escribieron y nunca llegaron a protagonizarla por el fallecimiento del
“pequeño dragón”, heredando sus papeles, el negado Jeff Cooper como
luchador y David Carradine en cuatro papeles distintos, incluyendo el
guía del viaje que toca la célebre flauta. Rodada con cierta prestancia
por el director de fotografía Richard Moore, aunque lastrada por un
exceso de estética “setentera” y por un presupuesto tirando a escaso,
que no merma un sentido de la maravilla tan modesto como imaginativo
(ese hombre de aceite que interpreta Elli Wallach), y cuenta además con
las breves presencias de glorias del fantástico como Roddy McDowall o el
gran Christopher Lee como el mago guardián del “Libro de la sabiduría”.
Merece ser re-descubierta merced a una nada desdeñable originalidad, a
un desprejuiciado aire “tebeístico” (la moda bárbara del Conan
"marvelita" deja su huella) y a un decidido componente espiritual, tan
ingenuo como edificante.
Adrian Esbilla
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