"En su día daba miedo; hoy, no, pero tiene el encanto de lo que quiso ser agresivo y ahora es casi cándido."
Primera de una inacabable saga de productos 
machacados hasta la saciedad, “Viernes 13” forma parte ya de la memoria 
colectiva de una generación que degustó con avidez el aluvión de films 
de terror que la industria yankee procreó durante la transición de los 
70 a los 80.
Objetivamente hablando, la peli de Cunningham es malilla. No mala del 
todo, pero sí bastante... flojilla, vamos. Mis siete estrellitas sólo 
son congruentes y sostenibles vistas desde la perspectiva de un 
adolescente que flipaba con todo lo que tuviera que ver con el género en
 cuestión y que adolecía de un bagaje cinéfilo en condiciones. Me 
dispongo, pues, a defender “Viernes 13” desde la nostalgia y desde la 
convicción de que, pese a sus incuestionables despropósitos, la célula 
madre de Jason cuenta con una serie de ases bajo la manga que 
propiciaron un éxito sin precedentes en la historia del género.
Estamos ante una peli de bajo presupuesto, rodada en tan sólo seis 
semanas y dirigida, básicamente, al público adolescente. No creo, por lo
 tanto, que Mr. Cunningham persiguiera rivalizar con Hitchcock o Corman 
ni ambicionara alcanzar, bajo su humilde condición, quiméricos retos 
artísticos. Sin embargo, “Viernes 13”, colocándose a rebufo de “La noche
 de Halloween”, se convirtió    -casi sin pretenderlo- en uno de los 
monumentos más aclamados de la caspa terrorífica. Y es que para triunfar
 en cualquier cosa la clave consiste en llegar antes que los demás. 
Cierto es que la mayoría de los recursos que emplea Cunningham resultan 
hoy en día tópicos, trillados y malolientes a todas luces, pero os 
aseguro que en 1980 todo ello pasaba bastante desapercibido. “Viernes 
13”, además, posee el encanto de pertenecer a la facción más ‘freaky’ 
del género, virtud que le confiere un halo candoroso absolutamente 
entrañable. Tal vez no alcance el anhelado calificativo de ‘film de 
culto’ que farolean títulos como “La noche de Halloween”, “Posesión 
infernal” o “La cosa”, pero estoy seguro que “Viernes 13”, desde su 
ingenuidad y modestia, (como “Aullidos”, “Muertos y enterrados” o 
“Bendición mortal”) pasará con el tiempo a ser objeto de estudio de 
futuras generaciones cinéfilas con menos ínfulas y prejuicios.
P.d.: Por cierto, la mayoría de actores están calamitosos (Betsy Palmer a
 la cabeza) pero, curiosamente, uno de ellos alcanzó la fama...
Taylor
 
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