Una de las mejores películas de Antonio Isasi,
una trama de acción donde un perro entrenado para matar es el auténtico
y principal protagonista de esta apasionante historia basada libremente
en la novela de Alberto Vázquez Figueroa “Como un perro rabioso”, el
animal se nos presenta como icono y simbiosis de la tiranía en la figura
del dictador, de la persecución de la libertad, en un régimen
autoritario y militarista de un país imaginario latinoamericano cuyo
lema o eslogan aparece en pantalla varias veces: “Con él, 20 años de
bienestar, progreso y orden”.
Con un reparto internacional como carta de presentación, asistimos a la
fuga de un preso represaliado por motivos políticos, un intelectual
matemático que debido a su prodigioso cerebro llevará una importante
información crucial para la causa (Jason Miller, el actor que hizo el
sacerdote de “El exorcista), su huida se convertirá en una odisea humana
hasta encontrar la ayuda de sus compañeros de la resistencia
clandestina. Mientras será perseguido de forma implacable por un perro
asesino como el régimen que representa, cuyo amo y guardia policial se
topó en el camino del fugitivo en un sistema represor y rabioso.
Juan Antonio Bardem encarna a un periodista radiofónico para la causa
revolucionaria, que seguro le supuso un placer identificándose con el
personaje. Y por otro lado tenemos a la entonces estrella italiana Le
Masari que había trabajado con Antonioni, que cumple discretamente con
su papel de pareja amorosa del protagonista separados por la violencia
institucional, un amor truncado, que el fugitivo intenta recuperar a
pesar del tiempo transcurrido. Es también la historia de una obsesión
para un hombre que huye constantemente de ese perro que le persigue
infatigablemente para honrar a su amo. Un detalle interesante es cómo
nos muestra el cineasta la mirada del can en plano subjetivo,
trasladando al espectador una sensación de agobio y terror ante el acoso
del animal.
Gracias a un montaje prodigioso, cosa habitual en el cine de Antonio
Isasi, la película te atrapa desde el primer instante en que asistimos
al entorno geográfico que rodea esa prisión inhumana y cruel, una
cantera donde realizan trabajos forzados los reclusos, además de
lodazales y aguas pantanosas que hace dificultosa la huida hasta la
ciudad. Una película de aventuras pero también de denuncia social y
política, dividida en dos partes claramente diferenciadas, la primara
más rural e inhóspita y la segunda totalmente urbanista. Este film
vigoroso e intenso disfruta del estilo que promulgó siempre su autor, su
ambición por hacer un cine abierto a todo tipo de públicos y países,
exportable al exterior. Una aproximación al cine de género que se hacía
en Hollywood pero, por supuesto, con muchos menos medios.
Antonio Morales
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