"A pesar de su reparto,
la poca pericia del director británico dio al traste con esta
desperdiciada historia de corruptelas fronterizas"
El "Free Cinema" fue un movimiento
cinematográfico británico que nació en los años 50 y se prolongó hasta
la década de los 60, y que narraba con una estética realista el cine de
ficción y documental, ocupándose de retratar historias creadas a partir
de lo cotidiano y comprometido con la realidad social de aquel entonces.
Tony Richardson fue uno de los más genuinos representantes de este
estilo, en este film lo vuelve a intentar 20 años después, pero bajo el
prisma de Hollywood y con mucha más experiencia con su filmografía, pues
ya había realizado grandes películas, reconocidas por la crítica y el
público: (La soledad del corredor de fondo, 1962; Tom Jones, 1963, gran
triunfadora en los Oscars, entre otras).
La película nos ofrece una sincera y descarnada crónica de lo que ocurre
en la frontera entre Mexico y U. S. A., las dificultades que sufre un
agente de fronteras honrado (Jack Nicholson) que acaba de incorporarse
al destacamento y trata de adaptarse ayudado por un compañero (Harvey
Keitel) a la detención de los sin papeles o “espaldas mojadas”, que
cruzan la frontera. Pronto se verá acosado por la corrupción policial
que negocia con los traficantes de seres inocentes que sólo buscan un
futuro mejor, su mujer, caprichosa y banal, no le ayudará con sus
problemas de conciencia, incluso lo empujará al abismo de una vida
libertina y sin valores.
Lo mejor en mi opinión, es la soberbia interpretación de Jack Nicholson,
antes de cayera en la sobreactuación de películas posteriores que
llegaron a convertirle en una caricatura de si mismo. Harvey Keitel está
muy sobrio como siempre, dirigidos con mano maestra por el director y
por la magnífica fotografía de Wilmos Zsigmond, sin olvidar la música de
Ry Cooder.
Richarson vuelve mostrar una realidad social que sigue vigente a pesar
de los años, la dramática situación de la pobreza del sur con la
opulencia del norte, el “Sueño americano” de llegar a la “Tierra
prometida” personas explotadas por las mafias que logran sobornar a la
policía, lucrándose con el sudor de los desheredados.
Antonio Morales
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