Interesantísimo giallo de un Martino en estado
de gracia, ingenioso y con ganas de contar una versión (muy) libre de
"El gato negro" de Edgar Allan Poe y casi de "El corazón delator". El
gato negro ("Satán" se llama, el muy bastardo) es todo un personaje más y
combinando sus dotes felinas con las del director se logra que resulte
siniestro y amenazador, antipático y maligno, tal como se sugiere en el
relato.
Martino puede poner en marcha sus delirios calentorros gracias en parte a
una lujuriosa Edwige Fenech, que aunque lo parezca, no es la
protagonista. Guapa de cara, ojos grande, pechos bonitos, culo amplio:
belleza a la italiana (aunque sólo lo es por parte de madre). Anita
Strindberg y Luigi Pistilli, los auténticos protagonistas (atormentada
esposa y escritor en crisis), aportan unas interpretaciones por encima
de la media.
También aparecen detallitos clásicos del subgénero: las botellas de JB,
las muñecas y hasta unos capellanes de fondo en una de las primeras
escenas.
En este caso, el guión está bastante cuidado. Como poco, la historia
engancha, aunque la esencia asesino-enguantado-con-arma-blanca se deja
de lado para dar paso a otra cosa. Pero, lo dicho, esta otra historia
mantiene el interés y aunque la resolución es algo chapucera a nivel
narrativo (pecado habitual de los giallos) resulta muy poderosa a nivel
visual. La escena final, que es lo que me ha recordado a "El corazón
delator", para el recuerdo.
Con la de morralla que encontramos en este cine amarillo (y aún sin tenerla en cuenta) es una película altamente recomendable.
Snuff
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