Situada entre dos obras mayores como fueron
"Una Bala en la Cabeza" y "Hard Boiled", que se cuentan entre los
inmortales logros de John Woo, esta película que nos ocupa como que
queda un poco en tierra de nadie, pero no así también ha sido
interesante descubrirla, como pasa con los llamados a ser "clásicos" de
la filmografía del chino (es decir, los trabajos que hizo antes de
partir a tierras yanquis).
Rindiendo tributo a los films de atracadores, Woo nos trae "Once a
Thief", cinta de acción frenética, donde vuelve a demostrar lo bien que
se le da manejar el género, combinándolo todo con una comedia bastante
idiota y absurda, pero a veces exagerándolo demasiado, contando otra vez
(¡cómo no!) con su actor fetiche Chow Yun-Fat, aparte de unos correctos
Leslie Cheung, Cherie Chung y sus otros habituales Kenneth Tsang y Paul
Chu.
Yun-Fat, también como siempre, deja claro que él es el jodido rey de la
función, que es un "fiestas" el tío, que no para un momento. Y aunque se
haga un tanto insoportable en ciertas ocasiones siempre es agradable
verle interpretar estos personajes paseando no sólo su característica
chulería sino igualmente su tonto sentido del humor, en este caso por
una historia que simplemente nos habla de dos hermanos la mar de unidos,
Joe y Jim, que se dedican a robar cuadros en París, y con gran
habilidad además, acompañados de la dulce Cheri, una amiga de la
infancia. Pero uno de esos robos la cosa se complica y Joe decide
preparar un plan de venganza muy cuidadoso...
Una premisa simple para una película simple.
Durante la hora y cuarenta, aproximadamente, que dura su metraje, es
cierto que el film se hace entretenido, disfrutable, siempre
sorprendiendo con sus escenas de acción tan bestias, tan llenas de balas
y movimientos de cámara tan atractivos, y es que Woo tiene arte para
eso, ¿por qué no admitirlo? Es el único cineasta que consigue hacer
elegante un tiroteo. En eso "Once a Thief" no falla, como peli de acción
es muy buena, lo que pasa es que en otros puntos no está a la altura,
la verdad. Como es habitual en todas estas películas de origen
hongkonés, salen a la luz temas como la amistad inquebrantable, la
traición, la dignidad, el honor, etc., pero esta vez estos toques
dramáticos no están tratados con la seriedad que requiere, no resultan
convincentes en ciertas partes, que acaban rellenadas con esa ilógica y
humor que le gustan al director...precisamente por eso la película acaba
haciéndose tan irregular.
Que lo es, desde luego, pero uno se lo pasa muy bien con el trío de
protagonistas y el despliegue de medios tan brutal que se marca Woo.
Aunque una cosa hay que decir...si ya de por sí se notaba cierta ida de
olla en la trama, en el último cuarto de hora se le va la puñetera
cabeza y monta un espectáculo cuasisurrealista entre balas, descargas
eléctricas, explosivos, cartas que cortan, kung fu y llamaradas, que nos
viene a decir que él va a hacer lo que le salga de los mismísimos
cojones y que, además, le encanta sobremanera.
Escenas a destacar: la persecución por la ciudad (homenaje que el
director hace a "French Connection") antes de que el coche de se estampe
con la barca, el robo nocturno que perpetran los dos hermanos, estando
ya Joe en la silla de ruedas, del cuadro del padre, y el momento en el
que Yun-Fat se levanta de la silla y empieza a hacer piruetas dando
patadas a lo Bruce Lee. Eso...eso es impagable.
El propio John Woo haría un "remake" para la televisión a mediados de
los '90 (que yo me pregunto...¿pá qué?), pero sin la frescura ni la
chispa de la original, por supuesto.
Christian Jiménez
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