Una historia perversa by Lucio Fulci (1968) UNCUT CASTELLANO

 

Título original
Una sull'altra (Perversion Story)
Año
Duración
97 min.
País
Italia Italia
Dirección
Guion
Lucio Fulci, Roberto Gianviti, José Luis Martínez Mollá
Música
Riz Ortolani
Fotografía
Alejandro Ulloa
Reparto
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Productora
Coproducción Italia-Francia-España; Empire Films
Género
Thriller. Romance. Intriga | Giallo
Sinopsis
Una estafa al seguro provoca que un hombre acabe en el corredor de la muerte por asesinar a su esposa. Lo que nadie sabe es si ella está realmente muerta... (FILMAFFINITY)
Lucio Fulci se hizo un lugar en el panteón del horror gracias a una serie de películas tan malas como efectistas que rodó a principios de los años 80, desde Nueva York bajo el terror de los zombies hasta Manhattan Baby, todas ellas de presupuesto generoso, exteriores en Estados Unidos y actores de segunda fila. Gozaron de distribución en el área anglosajona y consagraron a Fulci como nuevo maestro del género. Atrás quedaban veinte años de carrera plagados de cintas con Franchi & Ingrassia, una pareja de comicastros con muy poca grassia, spaguetti de ínfima categoría, comedias eróticas y una serie de gialli que principian con Una historia perversa. Después de Manhattan Baby, su carrera se coló por el sumidero.
Jean Sorel, guapo pero soso, con una cantidad de dientes blanquísimos casi sobrenatural, es un afamado y rico médico cuya esposa (Marisa Mell, siempre presta a desnudarse) padece asma. Entretiene sus horas libres con una fotógrafa especializada en el género erótico (la siempre fascinante Elsa Martinelli). De repente, su esposa muere, en teoría de un ataque de asma, pero luego se descubre que ha sido envenenada. Una noche, Sorel descubre en un cabaret a una atractiva stripper calcada a su difunta esposa (Mell de nuevo). Por una serie de circunstancias, Sorel acaba en el corredor de la muerte y más sorpresas nos esperan...
No se trata de un giallo, dejémoslo claro desde el primer momento, sino de una muy correcta película de intriga con giros y más giros de guión, algo muy de la época. Rodada con estilosa fotografía en San Francisco, con el acompañamiento de una briosa partitura de Riz Ortolani, nos depara buenas interpretaciones de Alberto de Mendoza, Riccardo Cucciola y John Ireland, carne de co-producciones en aquellos tiempos. Ya hemos dicho que Sorel se limita a poner su bonita cara, siendo sus dotes interpretativas casi inexistentes, Elsa Martinelli aparece poco, por desgracia, con sus hipnóticos y enormes ojos, sus pómulos sensuales y su cuerpo inacabable, y Marisa Mell hace lo que mejor sabía hacer, o sea, exhibirse y lanzar miradas magnéticas a la cámara. Me pregunto cómo debió quedar la película en España después de que la censura se encarnizara con ella, pues hay desnudos por doquier.
En suma, una buena muestra del género y del estilo de Fulci cuando tomaba la medicación. Luego llegaron los zombis y la cosa se complicó...
Eduardo
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