En una zona costera francesa, St. Jean de
Monts, dominada por tonalidades lívidas y bajo el dominio de una molesta
lluvia, cuatro atracadores asaltan un banco, logrando escapar del acoso
policial aunque uno de ellos resulte herido en el atraco. El cerebro
del mismo es Simon (Richard Crenna), dueño de un night club de tinte
nostálgico, cuya amante es la joven Cathy (Catherine Deneuve). Esta al
mismo tiempo mantiene una relación con el comisario Edouard Coleman
(Alain Delon), que por otro lado es amigo del propio Simon. Coleman se
encargará de sobrellevar la investigación del caso, sin saber que es el
propio Simon el cabecilla.
Melville nos ofrece un retrato pesimista de la sociedad, empezando por
un comisario de métodos bien poco expeditivos (recordemos su afición por
golpear a los detenidos) y un criminal que no duda en utilizar dichos
métodos en su profesión, con lo que se establece un tipo de paralelismo.
Hay dos secuencias a comentar especialmente en la película: la primera,
el atraco al banco, los veinte primeros minutos, todo un compendio de
técnica sin casi diálogo que se mueve en un conjunto dominado por la
lívida iluminación revestida de tintes azulados (impagable labor la del
director de fotografía Walter Wottitz) en la que no resulta difícil
observar ecos del cine de Tati (además si le sumamos el hecho de que sus
hijos están en el equipo técnico).
La otra secuencia es sin duda la larga que describe el robo de Simon de
las maletas que contienen un cargamento de droga, y que alcanzará tras
introducirse en el interior de un tren en marcha, merced a la
utilización de un helicóptero. Prolongando con ello el asalto que se
desarrollaba con admirable tensión en la inmediatamente precedente –y
superior- Le Cercle Rouge (1970) (Círculo rojo, 1970), e intentando
abstraernos de algún momento en el que las maquetas tienen un excesivo
protagonismo, lo cierto es que nos encontramos con una magnífica set
pièce que sorprendentemente abandona cualquier tentación de
espectacularidad, para erigirse en un episodio dominado por una
admirable tensión, precisión y fisicidad, carente prácticamente de
diálogos, y caracterizado por presentar la operación casi en tiempo
real.
Si hay algo en lo que Melville destaca por encima de otros cineastas que
han tratado la cuestión del cine de atracos y gángsters (me acuerdo
ahora de Jarmusch, Scorsese o Kubrick) es que el francés mezcla
violencia con existencialismo, al más puro estilo sartriano.
La crítica fue absolutamente cruel con esta maravilla de película, lo
que demuestra que por mucho que ostenten una supuesta titulación o
credenciales de “críticos especializados” yerran más que una escopeta de
feria cuando se les mete algo en la cabeza. Muy, muy recomendable
película, que se halla ya comercializada en DVD.
Daniel García Arana
hola por favor puedes subir la pelicula de alain delon alias el gitano en castellano gracias un saludo
ResponderEliminarhola por favor al menos digame algo buenas noches un saludo
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