Sería bastante difícil determinar el material
recomendable en este género que es el peplum, que tan buenos beneficios
dio y que tanto trabajo y experiencia proporcionó a muchos
profesionales. Desde la ingenuidad más profunda, unida a una notoria
falta de presupuesto que no de imaginación, en Europa se coprodujeron
películas generalmente entretenidas y que llenaban las sesiones
infantiles donde se proyectaban. Dentro de la saga de los forzudos,
Maciste fue uno de sus héroes más conocidos, siendo encarnado por
diferentes actores a lo largo de los años. En el caso presente, para
empezar debemos aclarar que tantos monstruos no aparecen en la película
como nos promete su título, pero eso sí, son muy pocos pero entrañables y
me los quedaría para sumarlos a mi colección de peluches y muñecos
varios. Su protagonista, Maciste, es un oleoso, rasurado y absurdamente
teñido Reg Lewis, cuya apariencia está más cercana a un rústico chulo de
bolera que a la de un guerrero, pero poco importa, él sonríe cada vez
que dice su nombre y se hace amigos de los buenos de la película, que
van de blanco, los malvados del bando contrario viste igual diseño de
vestuario y botas, pero en negro. Destacar desde su intenso maquillaje, a
sus mínimas pero simpáticas coreografías en sus números “musicales” y
por supuesto pasando por el estilismo en peluquería con todos los
actores, especialmente sus actrices, que con esos cardados pueden hacer
tanto de guerreras como de posesas, línea seguida por otros autores como
Corman, Chaffey o Val Guest y cuya influencia ha llegado hasta nuestros
días, siendo emulado por modelos publicitarias en almanaques,
videoclips, spots o por la ganadora del Eurovisión 2013, Emmelie De
Forest con su “Only Teardrops”. “Maciste contra los monstruos” es sin
duda una película insólita y para otros podría resultar insolente, pero a
pesar de contar con un guión bastante simple, está resuelta de la
manera más artesanal, sin pretensiones y con sentido del espectáculo. Su
edición en DVD tiene una imagen perfecta que va acompañada del doblaje
de la época, cuya calidad es la misma que la de un disco de pizarra,
dándole un toque retro impagable, a lo que hay que sumar el subtitulado
de los diálogos que en su día censuraron y que harían de ella en su
estreno en España casi una obra tan indescifrable como una película de
Antonioni. Creo que debido al enorme éxito del primer documental
“fuerte” para adultos, “Este perro mundo”, la intensidad pseudogore
subió de tono en esta clase de películas pero, teorías personales
aparte, creo que películas así deberían de emitirse con más asiduidad
para al menos dar una oportunidad no solo de conocimiento sino de ocio
diferente a unas generaciones que desconocen por completo el peplum.
Maggie Smee
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